jueves, 8 de noviembre de 2012

¿SOMOS HERMANOS O HERMANASTROS?


Los que aún no hemos perdido ni la esperanza ni las ansias por conseguir un mundo mejor, encontramos, recordamos, a hombres y mujeres que fueron valientes y comprometidos con sus ideas hasta la muerte. Muerte, asesinados por aquellos cobardes y mal nacidos. Hoy recordamos a Robert F. Kennedy, hermano de John F. Kennedy quien, como ya sabe, también fue asesinado siendo presidente de los EE.UU y por los mismos motivos. A pesar de ello, Robert se mantuvo fiel a su ideario de un mundo mejor, donde la libertad, la igualdad y la fraternidad fueran objetivos reales y compartidos por todos los seres humanos. A Robert no le asustaba seguir el camino de su hermano por que su honestidad y responsabilidad eran más fuertes, así como su convencimiento de las ideas que defendía. No le importaba ni le amedrentaba el saber que en todas las capas de gobierno americano existiera una trama, una mafia conspirativa. Es más que evidente que se trata de la lucha entre el Bien y el mal y que esta lucha no se circunscribe sólo en los EE.UU., de América. En Europa lo estamos sufriendo y en España, también. Por que no son los ciudadanos lo más importante, ni el objetivo de las políticas. Por encima de todos nosotros están los intereses de las mafias, de la mafia, por que es la misma en todo el mundo, hable el idioma que hable y rece al dios que rece. 

Dos meses y un día antes de su asesinato, Robert F. Kennedy dijo:
   
“Hoy no es un día para política, aprovecharé mi único acto de hoy, para hablarles brevemente, de la insensata violencia en América, que de nuevo salpica a nuestro país y la vida de todos nosotros. No incumbe a una sola raza, las víctimas de la violencia son negras y blancas, ricas y pobres, jóvenes y viejas, famosas y desconocidas; son sobre todas las cosas, seres humanos a los que otros seres humanos querían y necesitaban. Nadie, viva donde viva, haga lo que haga, puede estar seguro quien va a sufrir, por un acto insensato de derramamiento de sangre. Sin embargo, sigue, sigue y sigue en este país nuestro. ¿Por qué? ¿Qué ha conseguido siempre la violencia?, ¿Qué ha creado siempre? Siempre que un americano pone fin a la vida de otro americano, innecesariamente, ya sea en nombre de la ley, o desafiando la ley, ya sea un hombre o de una banda que mata a sangre fría o con rabia, en una ataque de violencia, o respondiendo a la violencia, siempre que se rasgue el viento de una vida, que otro hombre ha tejido, torpe y penosamente, para el y sus hijos, siempre que hagamos eso, la nación entera será degradada. Y sin embargo parecemos tolerar un nivel creciente de violencia, que ignora nuestra común humanidad, y nuestras demandas a la civilización. Demasiadas veces celebramos la arrogancia y la chulería, y a los bravucones, demasiadas veces excusamos, a los que quieren construir su vida sobre los sueños destrozados de otros seres humanos. Pero hay una cosa clara, la violencia engendra violencia, la represión engendra venganza, y solo una limpieza de toda nuestra sociedad, puede arrancar este mal de nuestros corazones. Pues cuando enseñas a un hombre a odiar y temer a su hermano, cuando le enseñas que es un ser inferior, por su color, o sus creencias, o las normas que siguen, cuando le enseñas que los que son distintos a ti, amenazan su libertad, o tu trabajo, o tu hogar, o tu familia, entonces aprende también a enfrentarse a los otros, no como conciudadano, si no como enemigos, recibiéndolos no como cooperantes, si no como invasores que subyugan y someten. Y al final aprendemos a mirar a nuestros hermanos como extraños, extraños con los que compartimos una ciudad pero no una comunidad, hombres ligados a nosotros en una vivienda común, pero no en un esfuerzo común. Tan solo aprendemos a compartir un miedo común, solo un deseo común, de alejarse del otro, solo un impulso común, de superar el desacuerdo con la fuerza. Nuestra vida en este planeta es demasiado corta, el trabajo por hacer es demasiado grande para dejar que ese espíritu prospere por más tiempo en esta tierra nuestra. Desde luego, no podemos prohibirlo con militares, ni con una resolución, pero quizás podamos recordar, aunque sea por un momento, que aquellos que viven con nosotros son nuestros hermanos, que comparten con nosotros el mismo corto momento de vida, que solo buscan, como nosotros, la oportunidad de vivir la vida con bienestar y felicidad, disfrutando lo que la satisfacción y el logro les proporciona. Seguramente este vínculo de sentido común, seguramente este vínculo de objetivos comunes, puede empezar a enseñarnos algo. Seguramente podremos aprender, por lo menos, a mirar alrededor a aquellos de nosotros que son nuestros semejantes, y seguramente podremos empezar a trabajar con algo más de entusiasmo y a curarnos mutuamente las heridas, y convertirnos otra vez, en hermanos y compatriotas de corazón.“


Desgraciadamente en nuestra España está ocurriendo, al píe de la letra, todo cuanto Robert expone en su discurso. Nuestros gobernantes están sembrando, vía Decreto, todas las desigualdades posibles y sólo nosotros, los ciudadanos menos pudientes, los nominados al desastre de una vida fracasada por ellos y sus avaricias y codicias, por las mismas mafias enquistadas en todos los campos del poder. Están distribuyendo violencia. Siempre les gustó los españoles sumisos, pobres y sojuzgados a sus dictados y a sus armas (Han aumentado en más del 1.700% la compra de material antidisturbios, de 170.000€ este año a 3,26 millones en el próximo, que según dicen ellos será brillante y el año 14 crearán empleo) Tenemos un gobierno central y unos gobiernos autonómicos que sólo están instaurados en la mentira hacia sus ciudadanos. Nos mienten a cada minuto de cada hora y lo consentimos. Ellos nunca entendieron las palabras de Robert: “Que aquellos que viven con nosotros son nuestros hermanos, que comparten con nosotros el mismo corto momento de vida, que solo buscan, como nosotros, la oportunidad de vivir la vida con bienestar y felicidad, disfrutando lo que la satisfacción y el logro les proporciona” Ellos, como una buena casta, sólo han sido hermanos de si mismos, por eso lo primero que hicieron fue colocarlos en todos los puestos de todas las administraciones e incluso crear los necesarios. Esa es su única familia, los que piensan como ellos, los que engañan como ellos, los que rezan como ellos, los que se sienten superiores, los que se creen los únicos merecedores del altísimo (Satánico); el resto de españoles sólo somos sus lacayos y sirvientes. Mientras, cientos de miles de hermanastros desahuciados de sus casas y empeñados de por vida al perder el puesto de trabajo por una estafa cometida por ellos y sus correligionarios de la mafia internacional. Eliminar todas las ayudas estatales a todos aquellos que fueran en contra de sus intereses mafiosos y gavioteros. Ellos son una familia muy cerrada y numerosa que no tienen siquiera un poco de decencia, ahí el caso de la alcaldesa de Madrid que marcha con su marido, expresidente del gobierno, a pasar el puente de todos los santos a un lujoso hotel portugués y a pesar de la muerte de 4 niñas en unas instalaciones municipales que no contaban con las medidas reglamentarias de seguridad, ni tampoco se controló los accesos. Están mintiendo para evitar las responsabilidades penales y políticas. Ellos no están para asumir esas cosas. Como tampoco las consecuencias punitivas por haber defraudado a la Hacienda, se les amnistía a todos los efectos y garantías. Si alguien tiene que pagar nunca son ellos, somos nosotros, la inmensa mayoría de españoles que siempre en la Historia nos han cargado todos los muertos, incluidos los suyos. 
Hay una parte de esa ciudadanía que no se entera y, como decía Robert, “Demasiadas veces celebramos la arrogancia y la chulería, y a los bravucones, demasiadas veces excusamos, a los que quieren construir su vida sobre los sueños destrozados de otros seres humanos” Caso fiel en nuestro presidente autonómico murciano, Ramón Luís Valcárcel y de todos los que, como él, son.

Así, mientras hallan palmeros ignorantes, seguiremos asistiendo al entierro de una Nación que nunca dejaron que fuera.

Si usted no pertenece a esa casta, sepa que es un hermanastro y, como tal, le tratan. De usted depende seguir siendo hermanastro o hermano. De acabar con esta pérfida casta o de seguir sometida a sus dictados y órdenes, vía Real Decreto.

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