jueves, 24 de enero de 2013

A LOS BUENOS HERMANOS


Todo cuanto nace, crece y termina muriendo. Los seres humanos, los animales y toda la flora tienen sus horas, días o años contados. Es la eterna transformación de cuanto nos rodea, dure más o dure menos. La fina arena de las playas fueron las enormes rocas de las montañas que ya no existen. Sólo nosotros somos conscientes de ello, aunque esa consciencia la tomemos bastante tarde en el tiempo. Mientras la juventud nos engalana, somos ajenos al viaje sin retorno que estamos haciendo. No se nos educa en ello, si no en todo lo contrario.

Ya se encargan las multinacionales de que mantengamos una juventud ficticia que hacen creer que no acabará nunca. Ya se ocupan de que sólo estemos preocupados por el presente. Ni hay que volver sobre el pasado, ni pensar en el futuro. Sólo existe el hoy de tu eterna y ficticia juventud. Y cuando inexorablemente se alcanza la vejez nos queda el vacío, la nada, el miedo. Sólo mal vivimos para que otros vivan mucho mejor y sin dar palo al agua. Mienten, especulan y corrompen.

Casi hemos eliminado todo aquello transcendente a nosotros. Hoy, el pensamiento, la filosofía, el gusto por el conocimiento y por el saber han sido cortocircuitados. Sólo especialistas de esto o de aquello, meros robots que ejecutan órdenes interesadas en la supervivencia y supremacía del negocio de quien les manda”. ¡Máquinas! Máquinas sin sentimiento, sin una pizca de bondad, sin generosidad alguna porque, sencillamente, te las han borrado de tu ser. El ¡Sí señor! O el ¡Sí buana!, es lo que les gusta, dependiendo de donde hayas nacido.  

La religión que usurpó al verdadero Cristianismo, está firmemente convencida de una vida en el más allá y es uno de sus principales fundamentos. Argumentan, llevan toda su historia haciéndolo, que esta vida es un castigo y que, cuanto mayor sea el dolor que éste produzca, mayores recompensas obtendremos en aquella. Que estamos sufriendo por el pecado venial que cometieron nuestros primeros padres allá por el año que ya nadie recuerda. El caso es que esta historia a ellos les ha venido cojonuda, porque, al contrario, a ellos nunca les faltó de nada en sus ermitas, conventos, iglesias, diócesis, palacios episcopales y catedrales. Han estado gozando de todos los placeres y riquezas habidos y por haber desde el siglo III. Todo basado en los miedos, en los chantajes y en tantos asesinatos cometidos por imponer su ley o creencia. Placeres y riquezas arrebatados a los siempre desgraciados siervos, que más tontos imposible y cuanto más cercano al ecuador del mundo mejor, que la climatología siempre es más benigna.

Otra religión anterior a esta y también Babilónica y Egipcia, la judía, nunca ha considerado la posibilidad de una vida en el más allá de la muerte.  Diferencia: casi todos los judíos son ricos y viven su vida plenamente y siempre en los límites que su religión les permite.

Los musulmanes, un poco mezcla de las anteriores (Bebe de las mismas fuentes), también promete una vida feliz en un harén repleto de bellas vírgenes al gusto de cada uno. Mientras, a ver cómo la espichamos para ganar el premio.

Para las tres, aquel que no pertenezca a su club es un infiel al que su vida puede serle arrebatada, o bien de un tajo, o bien poco a poco con la miseria y el hambre del día a día. 

El caso es que ninguno de las tres posee la verdad. Sin embargo, si han influenciado en el comportamiento y en la forma de pensar de millones y millones de seres humanos en cientos, en miles de años. Son ellos los que han hecho que este mundo sea hoy lo que es: Una verdadera pocilga sin futuro alguno, porque es el odio, la avaricia, la codicia; es el mal al otro lo que nos gobierna y dirige.

También sería posible que esas religiones y aquellas otras no mencionadas tengan, cada una, una parte de la verdad. Y que esa parte de verdad haya sido tergiversada y manipulada con el único afán de ser, ellos, los más poderosos del planeta. De igual modo y con los mismos fines, aquellas más antiguas, han ocultado verdades, han destrozado pruebas y han conjurado cábalas sobre conocimientos que, en ningún caso, les pertenecía o, cuando menos, otorgaran patentes de corso para esclavizar a sus iguales. Erigidos en los sumos representantes de unos dioses que, tal vez, no lo sean tanto y sí, como ellos, meros usurpadores de la Única Verdad de cuantos Universos sean.

La cuestión, la solución de fondo la podríamos encontrar si una nueva realidad tuviera lugar. O quizás no fuera tan nueva por haber estado siempre junto a nosotros, pero restada a la inmensa mayoría de los mortales y por tanto ajena e invisible, celosamente guardada. Otra realidad que nos quitara todos los velos que nos han ido imponiendo centuria a centuria y a sangre y fuego.

Clamo, desde aquí, a los buenos hermanos (que los hay) de este Universo que compartimos, para que se den a conocer lo más pronto posible y nos enseñen lo correcto. Que nosotros andamos perdidos y con un futuro nada prometedor. Tantos Papas y Popes; Rabinos e Imanes; tantos Banqueros y Políticos; tantos Empresarios y Comerciantes no nos han servido de mucho provecho. A fin de cuentas, ellos sólo son el 10% de la población que esclaviza al 90% restante. ¿Es esto justo? Yo, creo que no.

Os esperamos con los brazos abiertos. ¡Sed bienvenidos!

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