miércoles, 4 de mayo de 2011

EL CONOCIMIENTO ES LIBERTAD, EL DINERO ESCLAVITUD Y LOS CIELOS SON ABIERTOS

Los indígenas que, gracias a la Madre Naturaleza, aún quedan, (desgraciadamente cada vez menos) desconocen casi todo lo que concierne al mundo que a nosotros nos ha tocado vivir. Aún así, creo, ellos son más libres que nosotros. El conocimiento del entorno que los rodea les hace alcanzar su libertad. Una libertad sana y verdadera y como no han tenido la necesidad de conocer sobre el dinero, se puede usted imaginar lo bien que viven. Viven en abundancia y son respetuosos con la naturaleza, que les provee de cuanto necesitan. Dedican las primeras horas del día a la caza y a la recolección de sus alimentos y el resto del día a sus necesidades como personas. Se relacionan con los demás, comparten sus conocimientos, juegos o aficiones y, de vez en cuando, se dan una fiesta con sus brebajes, que los transportan a los mundos de sus espíritus e intentan conectarse con ellos. Se esfuerzan en la interpretación de lo que desconocen y saben de espíritus que los protegen y de espíritus que sólo quieren su destrucción. Es su cultura, la que a nosotros nos parece tan arcaica y primitiva.

Por ellos también ha pasado el tiempo, aunque no lo parezca. Ellos no han necesitado más para ser felices, porque sencillamente lo son, son felices. Tienen los conocimientos que necesitan y la abundancia de los recursos. Estos, los del taparrabos, asemejan vivir más en El Paraíso. No tienen dinero.

Nosotros, en cambio, optamos por el progreso y el desarrollo, y, ya alcanzado el siglo XXI de nuestra Era, ¡somos la hostia! Mandamos naves al espacio, tenemos más de 6.000 satélites en nuestra órbita, además de los indocumentados por ser secretos. Navegamos más allá de nuestra atmósfera. Sabemos, en segundos qué sucede en la otra parte del mundo y hablamos y vemos a personas que están a miles y miles de kilómetros. Viajamos a los más recónditos parajes sin movernos del cómodo sillón. Vemos los fondos marinos sin mojarnos y vemos las estrellas como nunca en la historia del ser humano, ¿o si? Vemos nuestros órganos internos y la medicina se sirve más de las máquinas para sanarnos quizás de su propio envenenamiento. En sólo una pantalla plana tenemos metido todo el conocimiento humano y traducido a todos los idiomas. Y llegamos a controlar el átomo, ¿o no? Ya sabe lector, ¡somos la hostia!

Todo lo anterior y más es el producto de nuestro ingenio, de nuestro afán por el progreso, de nuestro trabajo y por que al dinero le dimos el valor que no tiene. También de las innumerables guerras que en la historia han sido y son (siempre por dinero). A pesar de todo ello, aún no nos hemos librado de las guerras, ni de la escasez que a muchos, demasiados, les produce la muerte por hambre y sed. Además hemos y seguimos acabado con millones de especies animales y vegetales. Hemos contaminado los ríos y los mares y también el aire que respiramos. ¿Merece la pena tanto sufrimiento a lo largo de la historia que fue y es, para vivir como vivimos? Sinceramente creo que no. Hay algo que falla en esta historia y estoy seguro que es, también, por el dinero. De tal forma que nosotros, los desarrollados y avanzados, vivimos más cerca de El Infierno, ¿O no?

Aquellos mantienen su hábitat (el que les posibilita la vida) tal y como lo recibieron, nosotros lo hemos destrozado por dinero (el que imposibilita la vida) Y, cada vez más, dependemos de maquinitas sin las cuales no entendemos cómo se puede vivir. Maquinitas que, por otro lado, nos hacen cada vez más tontos y por ello dependientes. ¿Quiénes son más inteligentes? Creo que ellos. Una prueba fácil: Si, por las circunstancias que fueran, hoy, nos viéramos privados de electricidad de qué seríamos capaces, a parte de la de sucumbir.

Lo jodio de nuestro mundo está en que algunos, desde el principio, vieron la conveniencia de administrar la abundancia que se nos dio a todos sin excepción. Para tener poder (el dinero) lo primero es crear la miseria y la necesidad y también el control del conocimiento. A partir de ahí es fácil el control de las gentes, “ya vendrán a pedir de nuestra mano”.

A todos cuantos fueron y son los controladores de nuestras vidas, sólo les ha interesado nuestra esclavitud. Disfrazada según la época y convenga. Escasos han sido en nuestra historia los liberados, los de mentes claras. Bastaba con ridiculizarlos, estigmatizarlos o tomarlos como locos. Contra los estamentos establecidos, contra las instituciones del poder, contra la costumbre en vigor, poco es lo que se puede hacer. No consienten la objeción ni la reforma que tanto les perjudicaría en su estatus de preeminencia. La cadena es fuerte. Tan fuerte que prefieren que el mundo se vaya por el inodoro de la inequidad e injusticia.

Más allá de nuestras insignificantes vidas, hay una vida infinita de la que formamos parte. De nuestra historia como seres terrestres, inteligentes, humanos y espirituales, todo nos ha sido ocultado. Nuestra presencia en este maravilloso planeta se calcula en un millón de años. Sólo conocemos los últimos 12.000 años y no del todo. Es como si usted, paciente lector, no recordara ni a sus padres.

Los ángeles caídos siempre nos han ganado la batalla. De ahí que este paraíso, La Tierra, sea, hoy, más un infierno que al principio de nuestros tiempos. Estos ángeles se han ido encargando de que el mal sea, siempre, el victorioso. La última batalla, hace dos mil años, también la ganaron. Y desde entonces nuestra raza ha dado buenas muestras de ello. Toda una retahíla de guerras y batallas, de luchas de dolor, miseria y de muerte. Y todo para que, sólo unos pocos, disfruten de su privativo jardín del Edén que, con nuestro trabajo y dinero, se han creado.

Desde aquellos 200 ó 400 que bajaron del cielo (hacen más de 453.600 años) y tomaron mujer humana, nuestra civilización, creada por los Elohim, los annunakis, o los que fueran,  fue inclinándose por el mal. Desde La Mesopotamia, desde el Edén primigenio fuimos moldeados. Con lo bueno y con lo malo.

Tantos años de ¿desarrollo y evolución? para estar como estamos, con el mal sobre nuestras cabezas. Vemos a nuestro hermano como enemigo y sólo es por el dinero. Hemos permitido que el ser humano sea, cada vez más, un experimento baldío. De nada sirvieron los ejemplos y los avisos de los que fuimos objeto. Son los secretos los que nos gobiernan, los fariseos de siempre, y aquellos ángeles caídos nos ganan todas las batallas. Nuestro total desconocimiento de qué somos y de qué formamos parte, siguen siéndonos ocultados. Pero jugamos a juegos que ya no sólo nos afectan a nosotros. Afectan, sin que lo sepamos, a otros que son como nosotros y no están aquí.

De vivir miles de años, nada extraordinario en las escalas que nos han sido ocultadas, a vivir menos de la centena. Un cambio en el gen adecuado es suficiente. Menos edad, menos tiempo. Así es mejor para los propósitos del control de nuestras “buenas” potencialidades, como la del amor. 

Hoy, el mundo, el consciente de tanta miseria e inequidad, ha unido la fuerza de sus pensamientos, de sus buenos y universales pensamientos. Y los está elevando a los cielos del cosmos en una sola frecuencia. Las resonancias se abren paso. Busquen los 25 mhz, escuchen los sonidos que les provoquen el estremecimiento de sus contactos positivos. Eleven sus vibraciones cósmicas, siéntanse uno con el Universo, sepan que no estamos solos, no somos los únicos en este basto universo infinito. Y más pronto que tarde, los mismos de entonces y otros, vendrán en nuestra ayuda, o no. Lo dejaron escrito en todas las civilizaciones. La Historia se repite una y otra vez, inexorablemente.

En nuestro mundo, hemos de aguardar al día siguiente de la tormenta para ver radiar todo lo que nos rodea. Todas las cosas adquieren nuevos matices (siempre estuvieron ahí), los vemos de forma distinta. Ha hecho falta el poder de la tormenta, el parar nuestro errante camino, y notar un aire limpio y lleno de vida, para darnos cuenta. No nos extrañemos, pues, si habrá tormenta. La habrá.

Y esa Historia, monocorde, repetitiva y asesina, es la que debemos empezar a cambiar. Nuestra conciencia, de ser todos en uno, está siendo activada. Quizás sea ya el momento de saber quiénes somos realmente. Quizás el momento esté próximo. Todos tenemos que estar atentos para que no volvamos a caer en los engaños de los de siempre (los manipuladores, los que mienten a sabiendas, los que roban aquello que no les pertenece, los que se adjudican la verdad que a ellos beneficia). Discernamos los mensajes que ya nos están llegando.

Encontrémonos con nosotros mismos, busquemos soledad, separemos las interferencias, dejemos que nuestra mente sintonice en la profundidad de la misma. En ella está la verdad, la única verdad. ¡Rompamos con las cadenas que nos impusieron! Veamos cada amanecer como el milagro que es y al otro como a nosotros mismos. Recuperemos este paraíso, es nuestro, no es de ellos.

¡Unamos nuestras frecuencias con el amor universal!

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