martes, 31 de mayo de 2011

¿ES EL MUNDO ARMÓNICO? LA SINFONÍA PERDIDA

El término ARMONÍA viene del griego (ρμονία) (harmonía), que significa ‘acuerdo, concordancia’ y éste del verbo ρμόζω (harmozo): ‘ajustarse, conectarse’.

En general, "armonía" es el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo, y su resultado siempre connota con lo que podemos entender y llamar belleza.

Es en la música donde nos es más fácil entender la harmonía. Su propia existencia depende de ella. Notas que, escuchadas de forma individual nos atormentarían, en la unión de unas y otras conforman la armonía, sin más. La armonía depende de su unión. El compositor es el creador, es el que une a todas esas notas individuales. Él previsualiza, preoye y crea la armonía.

Los griegos empleaban este término para representar el “perfecto equilibrio” en el ser humano tanto en lo referente a su estado físico como intelectual, lo que producía una determinada forma de actuación durante el transcurso de su vida.
 
Otra definición nos dice que armonía es “la conveniente proporción y correspondencia entre unas cosas y otras”. La serenidad, la seguridad, la satisfacción son productos resultantes de la armonía.
Entendemos los principios básicos de qué es la armonía. También en nuestras sociedades podríamos hablar sobre la armonía social como el vehículo a través del cual las sociedades adquieren su unión, su paz, su justicia, su libertad, su igualdad y su fraternidad. El humanismo y los valores armónicos intrínsecos al mismo serían como la mayor orquesta posible que hiciera vibrar a nuestro mundo en la mayor de las sinfonías del Universo...

Pero no es así. Nuestro mundo no es armónico, lleva siglos y siglos sin serlo. No hemos tenido suerte con los compositores ni tan poco con los directores de la orquesta. Éstos sólo han estado creando la desarmonía. Por eso el mundo es hoy, desgraciadamente, lo que es. Los instrumentos suenan individualmente y cada uno de ellos pretende imponerse a los otros, cueste lo que cueste. El resultado lo vemos todos los días:



  • Las guerras y las violencias siguen interpretando sus marchas fúnebres.
  • Las avaricias y las codicias siguen marcando los ritmos.
  • Las iras y las mentiras siguen componiendo el desastre.
  • Las vanidades y los egocentrismos siguen dominando al mundo.
  • Las esclavitudes y los miedos configuran el pentagrama.
  • Las monedas y los billetes son nuestro dios.

No hay buenos directores de orquesta. Lo que sí tenemos son buenos directores para el drama y el infierno que los compositores satánicos crearon para nuestro exclusivo disfrute. En tantos y tantos siglos hemos sido incapaces de entender este acto dramático en el que, sólo unos pocos, han convertido la vida.

Hoy disponemos de Internet para saber y conocer, para investigar y aprender. Nunca antes, o sí, tuvimos los esclavos, en casa, una herramienta tan grande para ello. Por eso, que los medios oficiales callan, en el último G-8 uno de los puntos importantes fue el control de Internet. Y parece que llegaron al acuerdo de su cortocircuito. Limitarán Internet. No pueden, estos directores de orquesta, permitir que las gentes sepan, logren su unión y vean luz donde ellos sólo instauran oscuridad, confusión y tergiversación. Los esclavos, para serlo, han de permanecer en el desconocimiento y en la ignorancia. Pero sólo de lo que a ellos no les interesa que sepamos. Decía la letra de una canción que hoy somos esclavos con estudios. Y tiene toda la razón. Hay que estudiar para ser esclavo. En eso ha consentido el avance de la humanidad: en estudiar para seguir siendo, sencillamente, esclavos. Mientras esos directores de orquesta juegan con nosotros, somos su alimento, somos su sustento.

Por eso este mundo nunca fue armónico y por el camino que vamos, nunca lo será. Ya se encargan de ello esos directores de orquesta satánicos. Nos limitan la libertad, nos engañan, nos embaucan y nos inoculan todos los miedos y chantajes posibles. En nada les importa la armonía.  

Con el inicio del siglo XX y las nuevas posibilidades de enriquecimiento que aportaban los nuevos sistemas productivos, los directores de la orquesta sólo oían el sonido de las monedas que, en sus cajas, se amontonaban cada vez más.

La economía falsa que nos instauraron está a punto de dar el reventón. Y, sin embargo, ante tal crimen contra la humanidad entera, no hay culpables, nunca los hay. La justicia no es competente, ni siquiera las fiscalías. Todo es disipado. Están, casi tres años después del derrumbe económico y global, buscando las alternativas a la debacle que ellos mismos permitieron y alentaron. Las buscan desde la preeminencia de sus enormes instrumentos y no escuchan la sensatez de las calles y plazas que claman por otras reglas del juego económico. Las reglas más fáciles y a la vez llenas de sentido común. 

Pero son siempre, los instrumentos más fuertes, los que se imponen. No tienen quien les ponga en su sitio. En su prepotencia desconocen, o les importa un bledo, que ellos forman parte de un todo y que su propia existencia se debe a la de los demás. Sin ellos no son nada. La equilibrada relación en nuestra orquesta llamada Tierra (si alguna vez la hubo), ha sido herida de muerte. Nadie hace nada para la corrección. Esa individualidad, mal entendida, siempre fue erigida para su autocomplacencia y egoísmo. Como si su existencia no guardara relación alguna con el resto. ¡Sin los demás no somos nada!, es fácil.

En esas plazas y calles los instrumentos más débiles intentan que la orquesta no se descomponga. Sólo unos pocos entienden su última obra. Ésta es una de las razones por las que esos instrumentos, los más débiles, dejen poco a poco de tocar, no tienen fuerzas. Los atriles oxidados y/o carcomidos apenas sostienen partitura alguna y no han encontrado al director de orquesta que los aúne y dirija. ¡Qué falta hace un líder de La HUMANIDAD!

De la economía y de las finanzas; del robo instaurado, de los narcotráficos y crímenes; de las guerras y hambrunas; de putrefactas miserias ya tenemos demasiados jefes de orquesta. Sobran. El juego de la vida siempre estuvo entre los ogros de la codicia.

Roto el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo, el guión siempre es el mismo para estos ogros. Como en la crisis del 29 ésta se saldará con otra guerra que será más mundial. Ya están en ello, téngalo por seguro. Oriente Medio, un excelente candidato.

La orquesta volverá a tocar las fúnebres marchas de nuestra ignominia. ¡Lástima de creación!

O quizás sea otra cosa…

¡A cuidarse!, que no queda otra.

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